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miércoles, 30 de junio de 2010

Consigue un vientre plano




 


Los alimentos, tu forma de cocinar y hasta de comer pueden marcar la diferencia entre un vientre plano, los michelines y la hinchazón. Reducir las grasas y mejorar tu digestión te ayudarán a reducir tu cintura.


Las grasas extra y el azúcar se van directamente a los puntos conflictivos de tu cuerpo. ¿Es la tripa el tuyo? En ese caso también tienes que prestarle atención a tus menús, tu forma de cocinar y hasta el orden en el que comes los alimentos. Todo esto influye en tus digestiones, lo que se traduce en un vientre ligero y plano o uno lleno de gases, con ardores y una mala metabolización de las grasas.


Disfruta comiendo alimentos y menús que te hagan sentir ligera y eviten la acumulación de grasas en tu abdomen. Te decimos cómo mejorar tus digestiones, qué alimentos le van mejor a tu tripa y cuáles tendrías que evitar.


Puede que no tengas michelines, pero sí unas digestiones tan malas que tu tripa esté tan hinchada como un balón. La digestión es un proceso complejo que se produce gracias a sustancias que segregan los órganos digestivos, determinadas hormonas y al sistema nervioso. La alimentación cumple un papel decisivo en este proceso: tanto los alimentos que se eligen como su calidad, cantidad, el modo de combinarlos y hasta el orden en que los consumimos influyen.


Un vientre hinchado suele deberse a la acumulación de gases por malas digestiones, causadas, en la mayoría de los casos, por comer excesivamente rápido, comer y hablar a la vez, masticar poco los alimentos o alteración de la flora intestinal. Si éste es tu problema procura:


- evitar las bebidas con gas
- disminuir el consumo de legumbres (las lentejas y la soja son las más digestivas) y añadir comino e hinojo a la cocción
- masticar y comer con tranquilidad
- no hablar mientras comes
- cuidar tu flora intestinal
- evitar el estreñimiento
- tomar alimentos compatibles (no mezclar demasiados hidratos con proteínas)


El tiempo de una digestión está determinado por el tipo de alimentos que se hayan consumido, su combinación y cantidad. El estado nervioso también influye. Su duración es muy variable: de la media hora de un zumo de frutas a las cuatro horas de una abundante comida de Navidad. Las comidas muy copiosas y compuestas de muchos grupos diferentes de alimentos entorpecen la digestión y pueden producir putrefacción en lugar de fermentación, aumentando el tiempo de la digestión. Tu máxima. Come menos cantidad y mezcla pocos tipos de alimentos en cada ingesta.



Claves para mejorar tu digestión


- Come verduras y hortalizas crudas, son regeneradoras de la flora intestinal
- Toma frutas de color rojo, ricas en betacarotenos
- Sí a las legumbres y cereales germinados (como la alfalfa), ricos en minerales, aminoácidos y enzimas
- Potencia el consumo de alimentos fermentados, como yogur, kéfir, chucrut y miso, que ayudan a producir células beneficiosas para la salud
- Toma cereales como la avena, que equilibra el sistema nervioso y soluciona los malestares digestivos. Potencia el consumo de otros cereales integrales
- Suplementos naturales. Si quieres darle un empujón a tu estómago, toma polen de abejas, suero de leche o levadura de cerveza
- No te comas el estrés, es un gran enemigo de tus digestiones. Cuenta tus problemas, haz ejercicio, aprende técnicas de relajación…
- Prescinde la siesta, ralentiza la digestión y hace que las calorías se acumulen; cámbiala por un paseo tranquilo
- Para favorecer la digestión, comienza cada comida con un plato de ensalada. La piña y la papaya te ayudarán a hacer la digestión tras una comida copiosa.



Alimentos amigos



Seleccionar mejor los alimentos que componen tus menús puede suponer un cambio radical en el aspecto de tu tripa.


Tomadas en cantidades pequeñas o moderadas, las proteínas de origen animal no tienen por qué suponer un problema, pero si abusas de las carnes es fácil que tu tripa reciba un exceso de grasa que se acumule en forma de michelines y tengas más tendencia a la hinchazón. Tu tripa se sentirá más cómoda si potencias el consumo de proteínas vegetales, más sanas y menos calóricas. Toma nota:


- Legumbres con cereales. Lentejas con arroz integral, guisantes con mijo, alubias con maíz… Estas combinaciones te aportan mucha fibra (para combatir el estreñimientos) y energía, además de saciar el hambre durante horas.
- Semillas de soja. Contienen los mismos aminoácidos esenciales que la carne pero muchas menos grasas y calorías. También te sirven los derivados de la soja (tofu, yogures, leche…).
- Levadura de cerveza y germen de trigo. Añádelos a tus cereales del desayuno, a las ensaladas o los yogures.
- Seitán. Procedente del trigo, este alimento se puede cocinar de mil maneras y es tan rico en proteínas como la carne.
- Lácteos con cereales. Desnatados o de soja, son perfectos para un desayuno o una cena: pan integral con queso, yogur con muesli, leche con cereales.
- Semillas de sésamo y girasol. Dos tesoros vegetales para añadir a tu dieta. Ideales para añadir a las ensaladas o comer entre horas. Aportan vitaminas y minerales, y el sésamo es rico en calcio (mézclalo con los yogures o cereales).
- Algas. Son un auténtico regalo del mar. Ricos en minerales y oligoelementos, te alimentan sin aportan apenas calorías y tienen catorce veces más calcio que la leche.



Alimentos enemigos


Si no estás satisfecha con el aspecto de tu tripa, revisa tu forma de comer. Puede que no sólo la cantidad sea excesiva sino que estés abusando de alimentos demasiado grasos y acidificantes. Modera el consumo de:


- carnes y pescados grasos (salmón, pez espada)
- lácteos enteros
- harinas blancas y los productos elaborados con ellas (sobre todo bollería industrial)
- azúcar blanco y todo lo elaborado con él (dulces, zumos, refrescos, comida congelada precocinada, enlatados…) - alimentos procesados químicamente, como la fast food
- bebidas carbonatadas (especialmente la coca cola)
- bebidas alcohólicas
- café y té negro



Controla los dulces


El azúcar banco es el peor enemigo de tu tripa. Sus calorías vacías se instalan inmediatamente en ella en forma de michelines. El problema es que muchas veces tomamos azúcares químicos sin saberlo: en platos precocinados, panes, enlatados, embutidos, refrescos, cereales, lácteos. Abusar del azúcar blanco estimula en exceso el sistema nervioso y altera el metabolismo. Intenta prescindir de la bollería industrial, hacer tú misma dulces caseros y sustituir el azúcar blanco por:


- sirope de arce: mineraliza el organismo. Diluido en agua y zumo de limón es un gran depurativo
- melaza de arroz o cebada: ideal para tomar como mermelada o hacer postres
- miel de caña: rica en minerales, sobre todo hierro
- miel de abejas: el endulzante más sano y natural
- azúcar moreno: aporta más minerales, pero asegúrate de que sea auténtico y no azúcar banco teñido



Cambia tus pautas


Ya hemos dicho que no sólo importa cuánto comas y qué, sino cómo. Por ellos, es importante distribuir bien tus comidas. Esto equilibrará tu peso corporal, reducirá tu grasa abdominal y ayudará a tener energía y controlar los ataques de hambre.


- Empieza bien. El desayuno es una de las comidas más importantes del día y la que va a poner tu metabolismo en marcha. Un buen desayuno puede incluir: fruta del tiempo, mejor madura; cereales (pan, muesli, avena…); lácteos (de soja, yogur, kéfir o requesón); frutos secos y oleaginosos (nueces, almendras, pasas, avellanas…); té, cacao, café. Recuerda. Desayunar no engorda, aporta energía que se quema durante el día y te permite no atiborrarte e las siguientes comidas.
- Cinco comidas. Tres ingestas se quedan cortas para conseguir que tu organismo reciba todos los nutrientes que necesita y para conseguir que tus niveles de glucosa estén estables. Cuando esto no es así te falta energía, tienes más ganas de dulces, tu metabolismo va más lento y comes más en cada comida. Esta es la regla básica para controlar el peso: comer más veces pero menos cantidades.
- Cena poco y pronto. Tu reloj interno suele tener hambre entre las 7 de la tarde y las 9 de la noche. Cenar temprano te asegura que tu cuerpo asimilará bien la energía y no la cumulará en forma de grasa. Fruta, cereales integrales, una tortilla francesa, una ensalada… son opciones sanas y ligeras.
- Bebe bien. Durante la comida procura no beber demasiado, ni tampoco antes para quitarte el hambre, dificulta la digestión. Lo ideal es hidratarse bien entre horas, por supuesto, con agua, infusiones o jugos naturales.



Evita las mezclas


Que tu tripa sea demasiado voluminosa y siempre esté hinchada después de las digestiones puede deberse a una mala combinación de alimentos. No mezclar demasiadas cosas un una comida es un hábito saludable para tu estómago y tu línea. Por supuesto, la cantidad también es importante para controlar el peso y no sobrecargar el sistema digestivo.


Cada alimento estimula al sistema digestivo de una forma diferente: los ricos en proteínas producen hipercloridia, mientras que los ricos en carbohidratos se predigieren en la boca y se detienen en el estómago para proseguir en el duodeno.


¿Qué significa todo esto? Que es más digestivos comer los glúcidos separados de las proteínas porque se digieren de forma diferente. Los huevos, el pescado, el tofu, la carne, los huevos y los frutos secos se digieren mejor solos o acompañados por verduras que no sean raíces o bulbos. En caso de tomar en una misma comida hidratos (arroz, pasta, cereales…) y proteínas (queso, carne, pescado…), es más digestivo comer primero las proteínas.


Si tienes problemas digestivos es especialmente importante que tengas en cuenta la compatibilidad de los alimentos, te sentirás mucho más ligera. Tu forma de comer también influye mucho en este proceso: come tranquila y disfrutando, no pasa nada porque un día te saltes las normas o te des un capricho, te sentará genial. ¿Qué hay de la fruta? Existe mucha controversia sobre si es mejor comer la fruta antes o después de las comidas. Si tu estómago no te da problemas, tómala cuando quieras. Pero si no haces bien la digestión, es más recomendable que la tomes antes o entre horas. Como primer plato, las verduras. De segundo, los hidratos (mejor al medio día) y las proteínas (perfectas por la noche).



Depúrate con frutas


Si sientes la tripa hinchada, las digestiones pesadas y tienes grasa cumulada, desintoxícate con fruta durante un par de días. La primavera es el momento perfecto para las depuraciones. ¿Cómo? Las fresas son ideales para eliminar toxinas, deshinchar tu vientre y conseguir que tus pantalones abrochen de nuevo. Sus pepitas también te producirán un ligero efecto laxante, te aportarán calcio y fósforo. Durante uno o dos días, toma diariamente entre uno y dos kilos de fresas, mejor de cultivo biológico. Acompáñalas con abundante agua, infusiones o zumos naturales de fresa. Puedes hacer esta misma desintoxicación con otras frutas, como uvas, manzanas o las cerezas.


 


Terra Mujer / Amalia Panea

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